La arquitectura bioclimática tiene dos protagonistas principales, el clima y el hombre. El clima, cuyas características de asoleamiento, temperatura, viento y precipitación pluvial y su variabilidad no son siempre las ideales para habitar a lo largo del año, integran un ambiente físico que el arquitecto, a través de su análisis, deberá comprender con el fin de diseñar estrategias que permitan usarlo a su favor para lograr el confort del ocupante, a cuyas necesidades de bienestar y confort la arquitectura tiene como misión responder.
En la guía bioclimática “Construir con el clima”, Jimena Ugarte plantea la arquitectura bioclimática como una oportunidad de restablecer la relación hombre-clima, de tal manera que el objetivo de diseño de una edificación sea brindar un microcosmos ideal para que el ser humano habite en unas condiciones óptimas resultantes de considerar el clima en su justa dimensión, con la importancia que se merece.
Sin embargo, el hombre también está obligado (aunque no necesariamente de manera informada) a interactuar con su clima a través de su edificación. Es responsabilidad del usuario comprender el funcionamiento de los sistemas y tecnologías que, como resultado del proceso de diseño, integran los sistemas pasivos y activos de su vivienda.
Una premisa importante es la reducción en el uso de la energía eléctrica la cual comúnmente se considera que se alcanza solamente mediante la eficiencia energética y la generación en sitio, sin embargo gran porcentaje de esta eficiencia energética se logra a través de medios pasivos que eliminan o reducen la necesidad de aparatos de climatización consumidores de electricidad
Ugarte, en su guía, parafrasea al arquitecto Bruno Stagno cuando dice que “La arquitectura bioclimática es una arquitectura pasiva, para gente activa”, al referir que “la conducta del ocupante definirá la marcha correcta de una construcción bioclimática.” La arquitectura bioclimática integra entonces un tercer participante, subproducto de los dos primeros: la interrelación hombre-espacio habitado, formando un círculo en el que todos son importantes y todos participan en una convivencia armónica de respeto y consideración profundas de lo que es y lo que significa el otro para el desarrollo y la supervivencia.
Victor Fuentes (2010), define la arquitectura bioclimática como una alternativa que trata de solucionar los problemas ambientales de las edificaciones a través de un diseño lógico que aprovecha al máximo los factores naturales y optimiza o eficientiza el uso de los sistemas energéticos tradicionales. Todo ello está en función de los requerimientos del programa arquitectónico y principalmente de los requerimientos de confort ambiental de los usuarios.
En el manual técnico australiano Your Home (http://www.yourhome.gov.au), se define la arquitectura bioclimática o arquitectura pasiva como aquella que no requiere de accesorios mecánicos para funcionar, ya sea para calentar o refrescar. Los espacios que están diseñados bioclimáticamente aprovechan las características del clima local para mantener el confort térmico al interior.
La arquitectura bioclimática es pieza clave en el diseño de las edificaciones. La incorporación de sus principios en el proceso de diseño mejora significativamente el confort, ayuda a mantener bajos los costos de consumo eléctrico para el acondicionamiento del espacio y contribuye a reducir las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) derivadas del uso de medios mecánicos para lograr el confort higro-térmico, lumínico, acústico y olfativo en las edificaciones.
Podemos decir que la sustentabilidad contiene a la arquitectura bioclimática como uno de sus criterios más importantes y que más contribuyen a lograr el confort de manera sostenible por la consideración del medio natural y del medio artificial en el diseño de la edificación.
“Cuando se piensa en sustentabilidad, hay que pensar en mucho más que en eficiencia energética. Un edificio bien diseñado significa que sea adaptable, que use los recursos de manera eficiente y que brinde valor a lo largo de su vida útil. Cuando está mal diseñado, por otro lado, puede contribuir a incrementar las emisiones de carbono innecesaria
mente, ser caro de operar y requerir de inversiones futuras para adaptarse a cambios en su propósito.”
www.cabe.org.uk/buildings/sustainability
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